El Barranco del Nacimiento ha estado habitado desde la Prehistoria como así lo atestiguan los restos materiales de yacimientos de hábitat dispersos por todo el barranco. Sin embargo, uno de los testimonios más nítidos, más vividos y más hermosos de cuantos restos dejaron de el día a día estas comunidades es el Arte Rupestre.
En el Abrigo de los Chorradores encontramos una pequeña, pero muy interesante muestra de Arte Rupestre Levantino del Neolítico. Se trata de tres paneles en el que destaca una escena de recolección de miel representada en el extremo derecho del abrigo. Una figurita humana asciende, con un capazo en la cabeza, por una cuerda hasta una oquedad natural que en su día estuvo toda ella pintada con pigmento rojo y que representa el panal de miel. Hasta 8 abejas, desproporcionadamente grandes, pululan alrededor del panal y de la figura humana.
La acción del agua moldea el paisaje: erosiona laderas, abre cañones, disuelve la roca en las cuevas... pero algunas veces, crea hermosas estructuras de travertino decantando el carbonato de calcio que arrastra disuelto, sobre un lecho vegetal que endurecido por el tiempo pareciera una candela, una lámpara de antaño, del tiempo de los gigantes.
Esto es la Cueva de la Lámpara, una hermosa cavidad formada por miles de años en los que el agua corría libremente por aquí, cayendo en cascada, en un recorrido ligeramente diferente al que conocemos hoy. Su proximidad al Balsón hacen de la Cueva de la Lámpara un complemento perfecto para una refrescante excursión a los orígenes del barranco del Nacimiento
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