El relieve de la superficie de la corteza terrestre ha ido cambiando continuamente a lo largo de los 5.000 millones de años que tiene la historia geológica del planeta Tierra. Nuestro ciclo vital no nos permite visualizar grandes cambios en el paisaje, si exceptuamos, claro está, el impacto causado por la actividad humana debido a la construcción de infraestructuras viarias (carreteras, trazados ferroviarios, puertos,…), crecimiento de los núcleos urbanos, etc.

Pero ciñéndonos al origen natural de los cambios exteriores de la corteza terrestre, hemos de aceptar nuestra incapacidad para detectar esos lentos cambios que van conformando el aspecto del paisaje orográfico que nos rodea.

En alguna ocasión todos nosotros hemos sido testigos de bruscos cambios en el paisaje, al menos en el ámbito local; estas situaciones las hemos podido observar tras un episodio de lluvias abundantes que suele desembocar en un desprendimiento de tierra, más o menos voluminoso (sulsía, en el habla de Millares). No hay que olvidar que las laderas de las vertientes del río Júcar constituyen un tipo de relieve muy inestable y en el que se producen con frecuencia este tipo de desprendimientos. Recordemos los habituales cortes de tráfico en la carretera que nos une con Dos Aguas, o el desprendimiento que dejó aislada la localidad de Cortes de Pallás en el mes de abril del año 2016. Afortunadamente estos sucesos geológicos no han ocasionado desgracias personales.

Pero esto no ha sido siempre así; buena prueba de ello es el conjunto de noticias que hemos rescatado para el “Rincón del Cronista”. En las páginas de un periódico de ámbito nacional, LA VOZ, y otro de tirada regional, LAS PROVINCIAS, se detalla un suceso ocasionado por el efecto de las lluvias torrenciales que tuvieron lugar en el mes de febrero del año 1.933, afectando a uno de los poblados de obreros durante la construcción de la primera central de Hidroeléctrica Española en el término de Millares. El relato de la noticia aparecido en las páginas de LAS PROVINCIAS resulta estremecedor por la cantidad de detalles que nos transmite el periodista.

Mi tío, Vicente Galdón, el Pincho, trabajó en la construcción de la central y, posteriormente, como oficial de máquinas en dicha central. De él recuerdo oírle contar en alguna ocasión este suceso. Mientras tuve poca edad no fui consciente del alcance de la tragedia; fue al alcanzar la adolescencia cuando asumí la dimensión de la gran desgracia que se había producido bastantes años atrás.

Así pues, esta novena entrega está dedicada íntegramente a rememorar esta catástrofe y, de modo especial, a las pobres víctimas que causó.

 

LA VOZ. Madrid. Lunes, 20 de febrero de 1933. AÑO XIV, Núm. 3792. Pág. 12

EN EL PUEBLO DE MILLARES

Se desprende un peñasco, aplasta varias casas y de ellas van extraídos seis cadáveres

VALENCIA 20 (3’30 t.).- En la población de Millares se ha desprendido un peñón, que fue a caer sobre unas barracas habitadas por varios obreros. Hasta ahora van extraídos seis cadáveres y se supone que hay algunos más sepultados entre los escombros. En el Gobierno Civil no han facilitado más detalles de esta catástrofe.

NOTA: Bajo el título “LAS ROCAS MORTALES DE MILLARES”, se dio amplia y detallada información de este infortunio, en las páginas del diario LAS PROVINCIAS, de Valencia, de fechas 21, 22, 23 y 25 de febrero de 1933, que reproducimos a continuación.

 

LAS PROVINCIAS. Martes, 21 de febrero de 1933. Páginas 2 y 12

INFORMACIÓN LOCAL. NOTICIAS

(…) Cerca de Millares ocurrió el desprendimiento de un peñón que causó la muerte de varios obreros y algunos heridos. El hecho ha producido en nuestra ciudad dolorosísima impresión, y como de costumbre duélese la gente de que no se advirtiese con antelación el peligro (…)

EN EL GOBIERNO CIVIL. DESPRENDIMIENTO DE TIERRAS

El Gobernador Civil, señor Doporto, al recibir ayer a los periodistas, manifestó que un grave suceso había tenido lugar en las proximidades de Millares, acarreando la muerte de varias personas, cuyo número exacto todavía no se conoce. El suceso había tenido lugar a consecuencia del desprendimiento natural de tierras ocasionando la caída de un peñón de grandes dimensiones sobre unas chabolas de obreros. Los muertos que pudo contarse fueron seis, y varios heridos, pero se supone que entre los escombros habrán quedado tres o cuatro muertos. El lugar del suceso está próximo a la residencia del médico, y merced a ello los heridos estuvieron muy bien atendidos desde los primeros momentos.

HORRIBLE CATÁSTROFE EN MILLARES

Debido a los efectos del temporal hubo un desprendimiento de 1.200 metros cúbicos de piedra que sepultó varias chabolas y con ellas a numerosos obreros que allí se habían refugiado. Resultaron seis muertos y ocho heridos y permanece todavía entre los escombros una mujer con sus tres hijos.

Una terrible catástrofe ocurrió ayer a primera hora de la mañana en el pueblo de Millares y ha causado numerosas víctimas, todas ellas obreros de la Hidroeléctrica Española, que se encontraban trabajando y que en el aciago momento de ocurrir la desgracia habían buscado refugio huyendo del temporal en las chabolas allí existentes. La fatalidad ha hecho presa una vez más en los humildes. Muchos son los hogares que hoy quedan sin amparo o lamentan la pérdida de un ser querido. En toda la zona de Millares ha producido el suceso honda consternación, lo mismo que en Cofrentes y otros pueblos de donde eran naturales las víctimas del suceso.

EN LOS PRIMEROS MOMENTOS. A las cinco de la mañana, y cuando descargaba sobre Millares un fuerte temporal de agua y nieve, las brigadas que trabajan en el Salto de Millares en el punto denominado el Barranco del Agua [la localización no es correcta; las chabolas se hallaban en una explanada junto al río, muy cerca de la boca de entrada al túnel carretero que daba acceso a la central hidroeléctrica], buscaron refugio en varias chabolas allí existentes, buscando un descanso y refugio. Pocos momentos después, debido a las filtraciones del agua, el terreno reblandecido cedió, arrastrando una superficie de unos 1.200 metros cúbicos de piedras y tierra que se despoblaron sobre las referidas chabolas, destruyéndolas y sepultando a los que allí se habían cobijado. Como el lugar donde ocurrió la catástrofe está situado en una zona cercana a la Central, así como a las viviendas de los empleados, Hospital de la Sociedad, talleres, fonda y otras dependencias, el formidable ruido y los angustiosos gritos hicieron salir a los empleados que se hallaban de guardia y levantar de sus lechos a los que se encontraban entregados al descanso. Los primeros momentos fueron terribles, pues debido al agua torrencial y a la poca luz aún existente, nada se podía ver y sólo adivinar la desgracia que acababa de ocurrir por los lamentos y voces de socorro. Momentos después, algunos que pudieron salvarse de la catástrofe, acudieron allí, y presas de la excitación consiguiente, dieron cuenta de lo ocurrido. Inmediatamente se dio la voz de alarma y, con inusitada rapidez, se organizaron los trabajos de salvamento.

COMIENZAN LOS TRABAJOS. Todos los obreros de la Hidroeléctrica se presentaron inmediatamente en las oficinas, donde el ingeniero jefe de obras, D. Joaquín Guinea, secundado por D. Joaquín Bustamante y D. Ignacio Pinedo, personal técnico y jefes de brigada se encontraban en aquel lugar. En pocos instantes partieron al lugar del suceso varias brigadas con el material necesario para proceder a su rápido desescombro. Los trabajos comenzaron con gran denuedo, tanto es así que a las seis de la mañana se había logrado extraer a ocho heridos y seis cadáveres.

LOS HERIDOS SON CONDUCIDOS AL HOSPITAL. Los heridos fueron conducidos al Hospital que la Sociedad Hidroeléctrica Española posee, y al frente del cual figura el competente médico D. José Malboysson, quien inmediatamente, y en unión del médico titular de Millares, que había sido avisado telefónicamente, procedieron con el resto del personal facultativo a curar a los heridos, con el siguiente orden: Manuel Muñoz, que presenta la fractura abierta de la pierna y probable fractura de cráneo; Enrique Gómez, fractura de ambas piernas, estos dos graves; José Onrubia Jiménez, Francisco Onrubia, Plácido Arocas, Felipe Carpio, Emilio Arocas y Eduardo Sobrino, estos últimos, uno presenta la fractura del codo, otro la fractura de la octava, novena y décima costillas izquierdas, y el resto contusiones de pronóstico leve. Todos ellos son naturales y vecinos de Cofrentes.

LOS MUERTOS. Los cadáveres extraídos son los siguientes: Eleuterio Jiménez, casado; Benjamín Ródenas, casado; Pedro Saval, soltero; José Correcher, soltero; Emilio Guipuy e Hilario Baeza. Los cinco primeros vecinos de Cofrentes y el último natural de Fuentes (Cuenca).

ENTRE LOS ESCOMBROS SE CREE QUE EXISTE EL CADÁVER DE UNA MUJER CON SUS TRES HIJOS. Durante todo el día de ayer continuaron sin descanso los trabajos de salvamento. Los enormes bloques de piedra y la tierra que formaban un inmenso montón sobre las chabolas han sido poco a poco excavados por las brigadas de obreros, adoptando infinitas precauciones para que no ocurrieran desprendimientos. Se busca a una mujer, llamada Rosa López, natural de Albarracín (Teruel), que es esposa de un guardia nocturno de la Central, que en el momento de ocurrir la desgracia estaba prestando servicio, debiendo su visa a esta circunstancia. Con esta desgraciada mujer estaban sus tres hijos, y se supone que los cuatro hayan perecido. Los trabajos continúan sin interrupción y unas brigadas se suceden a las otras, y el vecindario de Millares más el de Cofrentes, que han acudido en gran número al lugar del suceso, coopera con gran ardor a los trabajos de salvamento. Durante la noche continuaron éstos, pues es el propósito de no descansar hasta que haya sido encontrada la desgraciada mujer y los tres pequeños. El juez de instrucción de Ayora, con el personal a sus órdenes, instruye diligencias.

 

LAS PROVINCIAS. Miércoles, 22 de febrero de 1933. Pág. 3

EN EL GOBIERNO CIVIL. ACERCA DEL DESPRENDIMIENTO DE TIERRAS

Las víctimas causadas por el desprendimiento de tierras fueron trasladadas a Cofrentes, previa autorización del señor Doporto. Continúan los trabajos de desescombro, suponiéndose que se hallan sepultados una mujer con sus tres hijos.

Durante toda la mañana de ayer se continuó trabajando con intensidad en busca del cadáver de la infortunada Rosa López y sus tres hijos que permanecían sepultados bajo los escombros de la chabola. La ansiedad de las gentes hacía concebir halagüeñas posibilidades de que hubieran podido conseguir salvarse la madre y los tres pequeños, pensando que quizá pudieran haberse refugiado en alguna oquedad del terreno, ya que las construcciones o chabolas estaban adosadas por su parte posterior a la montaña y ofrecían huecos posibles de aprovechar. En previsión de que esto que decimos anteriormente pudiera ser una realidad, la Compañía Hidroeléctrica Española dispuso que se practicasen unas catas en el terreno por distintas partes y que se aprovecharan además todas las ranuras existentes para introducir por ellas unos tubos de goma de una longitud de más de mil metros, por los cuales, desde la Central, se inyectaba aire incesantemente. Por desgracia, como se verá más adelante, todos estos trabajos resultaron infructuosos. De todos los pueblos cercanos acudieron multitud de vecinos que se reunieron en el lugar del suceso, y sus comentarios eran de viva condolencia por lo acontecido. Uno de los que acudió desde los primeros momentos fue el alcalde de Cofrentes, D. Segundo Pardo, que se dedicó a atender a los familiares de las víctimas.

Los trabajos de desescombro se realizaban lentamente y con infinitas precauciones para que no ocurriesen nuevas desgracias. A las once y media de la mañana se descubrieron los primeros vestigios de nuevas víctimas. Sobre las piedras, y horriblemente destrozados junto con restos de hojalata de la techumbre y maderos, apareció parte de la cama y ropa de la misma. Más tarde, después de quitar algunos pedruscos, apareció una masa informe que se supuso fuera una cabeza, porque estaba adherida a la masa una larga mata de pelo. Esto hizo suponer que la cabeza pertenecía a la desgraciada Rosa López. En aquel momento un enorme pedrusco, que con la emoción del momento no había sido debidamente apuntalado, comenzó a oscilar, dando el tiempo preciso a los obreros para retirarse. El bloque de piedra, de un metro y medio de alto por dos de ancho, cayó sobre los excavado entorpeciendo la labor. Fue preciso amarrar el bloque con cadenas y cuerdas y que tiraran de ella unos cien hombres, y de esta manera se pudo conseguir apartar el pedrusco y continuar la labor interrumpida a las cinco de la tarde.

Una hora después era descubierto el cadáver de la infortunada madre y el de su hijo pequeño. Ambos murieron aplastados horriblemente. Poco después eran descubiertos los cadáveres de los dos hijos mayores, quienes también murieron aplastados. La escena que se desarrolló fue desgarradora. El padre y marido de las cuatro víctimas, Gregorio Tornero, a la vista de los cuerpos mutilados de su familia estuvo a punto de enloquecer. El juez de instrucción de Ayora, D. Tomás Pereda, y el actuario, D. Rafael Aparicio, fueron avisados en la habitación que en el Hospital les ha sido destinada para instalar provisionalmente la oficina del Juzgado, y acto continuo el Juzgado se constituyó en el lugar donde habían sido extraídos los cuatro cadáveres, comenzando a instruir las correspondientes diligencias y ordenó su traslado al depósito del Cementerio. Los seis cadáveres extraídos el lunes en las primeras horas de la mañana y que, como éstos, también estaban depositados en el Cementerio, fueron dispuestos para la diligencia de la autopsia. Ésta tuvo logar a las diez de la mañana y les fue practicada por  el médico forense de Ayora, en unión del titular de Millares. El trabajo de estos facultativos fue minucioso y duró hasta las cuatro de la tarde. Después de esta diligencia, los cadáveres fueron trasladados en dos camionetas hasta Cofrentes, en cuyo Cementerio serán inhumados. El ayuntamiento de Cofrentes se ha hecho cargo de los cadáveres y ha decidido costear los gastos de entierro y habilitar el salón de sesiones del ayuntamiento para instalar allí la capilla ardiente. Hoy, a las once de la mañana, tendrá lugar el entierro. Al cadáver de la desgraciada Rosa y a los de sus hijos les será practicada hoy la autopsia y sus cadáveres recibirán sepultura en el Cementerio de Jalance.

Los heridos a causa de este suceso que se hallan hospitalizados en el local que para este objeto tiene la Compañía, continúan mejorando, dentro de su gravedad. Uno de ellos, el que se halla más grave, fue intervenido ayer mañana por el doctor Malboysson y el practicante, D. Bruno Mallen, con la cooperación del médico titular de Cofrentes, D. Francisco Pardo. La labor de todos ellos ha sido eficacísima y digna de los mayores elogios, pues a pesar del cansancio y del intenso trabajo desarrollado, todos permanecieron en pie sin descansar un solo instante, atendiendo a los heridos. El alcalde Valencia, D. Vicente Lambíes, haciendo honor a la hidalguía y nobleza de todo valenciano, ofreció el concurso del coche ambulancia municipal, caso de ser necesario para el traslado de algún herido. Igual ofrecimiento hizo, en nombre de la Diputación, el presidente accidental, Sr. Llerandi. Poco después salió en dirección a Millares el coche ambulancia del Instituto Provincial de Higiene que posee más capacidad para el traslado de varios heridos a la vez.

 

LAS PROVINCIAS. Jueves, 23 de febrero de 1933. Pág. 5

CRÓNICA DE SUCESOS

Dos heridos de la catástrofe de Millares ingresan en el hospital.

Ayer a última hora de la tarde ingresaron en el Hospital, donde fueron trasladados con el coche ambulancia de la Diputación, los heridos de la catástrofe de Millares, Enrique Gómez Muñoz y Manuel Muñoz Navarro.

 

LAS PROVINCIAS. Sábado, 25 de febrero de 1933. Pág. 3

EL ENTIERRO DE LAS VÍCTIMAS DEL DERRUMBAMIENTO DE MILLARES

(DE LA SECCIÓN CARTAS AL DIRECTOR)

Señor Director de LAS PROVINCIAS. Sobre las 19 horas del día 21, llegaron a esta localidad de Cofrentes, varios camiones de la Hidroeléctrica, conduciendo los cadáveres y familiares de los mismos, esperando todo el pueblo en masa y desarrollándose, a la llegada de los mismos, las escenas más conmovedoras que se conocerán en la vida, siendo imposible el poder detener a los numerosos familiares y amigos, a pesar de los grandes esfuerzos que por parte de las autoridades se habían tomado, pues ya que la fuerza del puesto de la Guardia Civil tenía tomadas todas las precauciones, de acuerdo con el celoso señor alcalde y juez municipal, fue del todo imposible el contener la avalancha, teniendo que desatender su cometido, dedicándose el médico titular a auxiliar a cuantas personas eran víctimas de desmayos- En un lugar adecuado se constituyó la capilla ardiente, en la que no sólo por los familiares, sino por centenares de personas fueron acompañados durante toda la noche.

A las diez de la mañana de ayer llegaron en camiones los señores ingenieros de la Hidro, juntamente con el jefe de la línea de la Guardia Civil de Ayora, y principió la escena a dicha hora con el paso de los cuatro cadáveres del vecino pueblo de Jalance, camino de su destino, y se procedió a formar la comitiva fúnebre; llegó el clero parroquial, desarrollándose las escenas más conmovedoras de la vida, haciéndose los responsos individuales, y eran sacados los cadáveres y organizándose la comitiva, cada cual con sus familiares, hasta la iglesia, y detrás figuraban en la presidencia las autoridades civiles, judiciales y militares, con los jefes de la Hidro y perdonas visibles de la población; hubo desfallecimientos en gran número. En el acompañamiento figuraba todo el pueblo sin excepción de ninguna clase; los maestros, con sus niños a la cabeza, y seguidos del personal, no sólo de la población, sino de los pueblos limítrofes, siendo muchos más los que hubieran acudido, pero la falta de medios de locomoción les impidió el poderlo hacer. En final, que las autoridades han dado una muestra de desvelo que jamás el pueblo de Cofrentes olvidará el sacrificio del alcalde y Ayuntamiento, que no han reparado en sacrificio alguno en el homenaje póstumo a sus hermanos. Pidiendo mil perdones y esperando de su indulgencia perdone las faltas de redacción cometidas, lo cual confío subsanará con arreglo a su alto criterio, pues sería más lo que pondría, pero es la hora de la salida y no hay tiempo disponible para repasar el original, queda de usted atento, su seguro servidor y suscriptor, D.  

 

NOTA: Terrible momento de la historia de Millares la que recogen estas cuatro crónicas periodísticas extraídas del Boletín mensual editado por Miguel Aparici Navarro.

No obstante lo anterior, hemos creído conveniente ampliar y corregir algunos datos que aparecen en ellas. Concretamente los que se refieren a la identidad exacta de las diez víctimas mortales (hay que hacer constar también el fallecimiento en Valencia de uno de los heridos que fueron trasladados al hospital, con lo que el total de fallecidos fue de once víctimas) y rendir un emotivo homenaje de recuerdo, aunque ninguno de nosotros hayamos tenido ocasión de llegar a conocerlos. Como el fallecimiento tuvo lugar en el término municipal de Millares, es en el Registro Civil de este Ayuntamiento donde constan las correspondientes actas de defunción, de donde hemos obtenido las identidades y la edad de estas diez víctimas. Sus nombres eran:

            Benjamín Ródenas García, 41 años. Casado.

            José Correcher Gómez, 25 años. Soltero.

            Pedro Lavall Pardo, 18 años. Soltero.

            Eleuterio Jiménez Martínez, 56 años. Casado.

            Emilio Guigó García, 32 años. Casado

            Hilario Baeza Villanueva, 37 años. Casado.

            Rosa Martínez Aspas, 28 años. Casada con Gregorio Tornero.

            Ricardo Tornero Martínez, 6 años.

            Miguel Tornero Martínez, 3 años.

            Lucía Tornero Martínez, 6 meses.

 

 

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